El mejor regalo para Julia

Publicado el 17 de julio de 2024, 12:07

"Un regalo para Julia" es el título del cuento escrito por el venezolano Francisco Massiani. Es una historia sobre el primer amor, la timidez y el desamor adolescente, atado al tema de las clases que se vive en la sociedad venezolana. 

En virtud de un ejercicio de escritura, he creado  el siguiente texto. Un cuento derivado del primero, visto desde la perspectiva de Julia misma. 

Puedes leer el cuento original aquí  y  luego seguir con mi version en este post.

 

El mejor regalo para Julia

 

– ¿Qué vienes a hacer aquí ?  –  Le dije con los nervios de punta. Es que no sé porque Juan me trae como nerviosa. Desde ese dia en la escuela, la semana pasada, cuando se quitó la camisa para jugar futbol, es que desde ese dia me trae como medio loca, pienso en él y me da como una cosquilla, pero una tiene que fingir, no es asi de facil. Quedó tieso el muy necio. – Pasa –  Terminé  aceptando, es que me tiene como loca.

Entró a la casa como perro regañado, no entiendo porque Juan con ese cuerpo y esa sonrisa, tiene que actuar así. Que Rabia. Me tiene nerviosa. Le di una silla y yo me senté en el sillón, no quería estar tan cerca de él no vaya a ser se de cuenta que me pone los nervios de punta, además cuando yo me pongo así, sudo y sudo feo. Agarre una revista de moda también, para disimular. cuando de repente me salta con

– Oye Julia, ¿qué tal te cae Carlos?

– ¿Carlos? – Le respondo con incredulidad. Este viene a mi casa a preguntarme por el baboso de Carlos.

– Sí, Carlos – Insistió el muy necio.

– ¿Por qué? –  Me hago la loca con la revista en la mano, fingiendo que veo vestidos, cuando la verdad es que no podía  verle la cara. Cambié el tema.

– ¿Quieres Coca Cola? –  tocaba el tambor de la mesa de mamá, como que yo no le acabo de ofrecer una bebida. Pero me voy a seguir haciendo la loca, él no me va a poner peor.

–-¿Quieres Coca Cola? – Como que no era conmigo.

– Te pregunté por Carlos –  Vuelve el perro arrepentido.

–No me acuerdo– Le dije. Pero claro que me acordaba. Pero no quiero hablar de Carlos, sino de él de como me trae loca.

– Yo sí –  Me respondió el muy cabeza hueca. sigue y sigue con el temita.

– Bueno ¿ Qué cosa? – Me pongo bruta a propósito. Pero de bruta no tengo nada. soy es de puro 20.

– Eso que tu sabes – Me dijo. Mirándome. Ay Dios mío ayúdame. Es que de verdad aparte de ese cuerpo y esa sonrisa, esos ojos son bien bonitos. No se que me pasa.

– Bueno, Julia.

–Oye: imagínate que Carlos te regala el disco que estamos oyendo.

– ¿Qué cosa? – Sigo con el acto.

– El disco.

–¿Qué disco?

–Nada

–¿Qué dijiste de Carlos? – Le dije levantándome del sofá. Tuve que dar un brinquito. De esos que me enseñó mi hermana. Esa si sabe de conseguir hombres. A ver si por fin este tarado me hace caso.  Pero no, siguió tocando el tambor como que yo no estaba allí. Ay es que me enloquece. Hasta que no pude más

– ¿Qué te pasa? – 

Le dije por fin. Es que yo lo sé, ese acto de niña tonta no me dura mucho. Ay cuanto daría porque me agarrara aunque sea la mano. A diferencia del baboso de Carlos que quiere estar encima de uno todo el tiempo. Juan es tan bello. Uso otra técnica de mi hermana.

–Tengo un vestido para mañana que es una maravilla.

 – Qué bueno –  Nada. Es un monje este. Pero yo sigo.

– Es algo que te deja desmayado – Y el sigue.

– Lo ves y te mueres. Es de locura. –  Ya casi me quedo sin recursos. Pero ¿él? sigue con el bendito tamborcito. Hasta que por fin habló.

– Julia si yo te regalara ese disco y Carlos el otro. ¿cuál pondrías más en el día?

Quería morirme. ¡Por fin!. Ok no estoy loca. Hay algo. Quería decirle que pondría el día y noche sin descanso, solo para acordarme de esa cara, de esa sonrisa. Pero como me enseñó mi hermana, uno dura siempre, solo le dije.

–Éste. El que estamos oyendo –  Le cambió el semblante. Es que a los hombres hay que llevarlos empujados. Ahí está, riendo y le perdió el ritmo al tamborcito ese. Es que yo sé, tengo mis métodos. Voy y le lanzo de nuevo.

– ¿Qué fue lo que me preguntaste? –  Me lo repitió, con esa sonrisa macabra que me derrite. No pude contenerme esta vez y con otra sonrisa, le respondo.

– Que salvaje eres –  La verdad esperaba que fuera salvaje, porque es que ya no estaba aguantando mucho. Solo estaba mi hermana en la casa y las sirvientas. Si él quería que pasara algo, pasaba.

– Lo pondría todos los días si me gustaba – Vuelvo y le digo. Activate Juan, aquí estoy mijo.

– ¿ Qué cosa? – Me responde con esa cara de atolondrado, como que se le olvidó lo que acaba de decir. Es que es verdad lo que dice mi hermana, a los hombres hay que enseñarlos.

– Julia. Quiero que mañana vayas a la fuente de soda de la esquina porque quiero darte un regalo especial –  Me dijo. Ahí sin más ni menos. ¿una cita? ¿Qué me voy a poner?. Empecé a hacer preguntas bobas, sin sentido, para poder maquinar todo en mi mente. Yo estuve dura, hasta que acepté.

 

Se fue Juan y ahí quedé yo en la sala de la casa. Sudando como loca. Es que no se que me pasa cuando lo veo. Así fué en la clase de la semana pasada, cuando el estúpido de Carlos le estaba poniendo tachuelas al profesor Jaime. Pobrecito. Tan viejito. Pero bueno, el hecho es que mientras Carlos hacía su morisqueta, yo veía a Juan. Tenía el desagrado en la cara. Es que si, Juan es todo un caballero yo lo sé. A él no le gustaba que Carlos hiciera eso, le caía bien el profesor Jaime y a mi también. Yo siempre he querido decírselo a Juan, eso sí, que me gusta pero es que él es muy terco y se pone serio todo el tiempo.  Yo no lo entiendo. Y por el otro lado está mi hermana, quien me dice que bueno, siempre alerta, siempre pendiente, que hay que tener a varios. Por eso es que de vez en cuando le echo una miradita al Carlos, pero es que me desagrada, por encima se le ve que es un cochino, pero también a ver si Juan se pone celoso.

No pude dormir casi, me levantaba cada dos horas solo pensando en la bendita cita. Ojalá Juan se active  Dios mio. No me importa regalo, no me importa nada. Solo la cita es un regalo, al fin se anima. ¿Qué voy a pedir? Piensalo bien Julia, ve que a veces te pornes a divariar. Ok. Una coca cola, ya mas nada. Además, quizá Juan no tiene tanto dinero. Pero no me importa. Ay ojalá me de la mano. Bueno ya son las dos de la tarde, mejor voy saliendo porque el tráfico aquí no es normal. Ojala le guste este vestido. Está bien cortito, revelador, así como dice mi hermana “la que no muestra no vende”, no me gusta mucho ese dicho, pero ella es mayor y ella sabe. Ah y también me dijo que le hiciera ojitos a cualquier mesero que nos toque. Feo. bonito. Alto o bajito. Yo no quiero, pero conociendo a Juan me toca. porque bueno, a ese hay que empujarlo.

Me lleve el Buick negro porque es el menos ostentoso, a papá le gusta comprar carros caros solo para mantener contenta a mamá. Yo no soy así, a mi me gusta lo simple. Me gusta Juan. De aquí lo veo en la ventana con su malteada. Que lindo está. Qué cara tan bella tiene. Me bajo del carro, y pienso que definitivamente esta cita es el mejor regalo para Julia.

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Comentarios

Alvaro D'Marco
hace 5 meses

Excelente!!!